A diferencia de la heráldica general, la eclesiástica posee una constitución jerárquica, es decir, que los que otorga el derecho a usar un escudo eclesiástico es el estado de la persona dentro de la jerarquía.
Ha sido precisamente por la elección del Papa Francisco cuando hemos vuelto a oir hablar de esta temática al haberse presentado su escudo pontifical que en este caso, en los trazos esenciales, es el mismo que ya tenía como arzobispo, caracterizado por su sobriedad, y en el que ha mantenido también el lema "Miserando atque eligendo" (Lo miró con misericordia y lo eligió).
Su escudo aparece coronado por los símbolos de la dignidad pontificia iguales a aquellos elegidos por su predecesor Benedicto XVI: la mitra situada en el centro y en alto con las llaves entrecruzadas, una representada con el color del oro y la otra de plata, unidas ambas por un lazo rojo.
En alto, aparece el emblema de la orden religiosa de proveniencia del Papa, la Compañía de Jesus, con un sol radiante y, en el centro con letras rojas, la inscripción IHS, el monograma de Cristo, sobre cuya letra H se apoya la cruz, en punta, con los tres clavos en negro colocados en la base.
En la parte inferior se situa la estrella y la flor de nardo. La primera simboliza a la Santísima Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia, mientras que la segunda evoca la figura de San José, el patrono de la Iglesia universal. Al colocar en su escudo estas imágenes, el Papa ha querido expresar su propia y particular devoción hacia la Virgen Santísima y San José.
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