A situaciones como ésta se llega cuando nos dejamos llevar y poco a poco vamos admitiendo ese clima de laicismo en el que vivimos, cuando nos movemos por ambientes en los que se ridiculiza la figura de la familia y, más aún, la de la familia numerosa; cuando los Gobiernos se empeñan en destruir el concepto de familia y a obligarnos a aceptar "otros modelos de familia" que son muy respetados pero que, en absoluto comparto.
A esas personas que te recomiendan no tener más hijos y que te preguntan: ¿Cuando te vas a cortar la coleta...? A esas personas mezquinas y egoistas que cambian la felicidad de un hijo por un "Home Cinema" o por un "Finde" en un SPA sólo les respondería con las palabras como éstas:
Amor, ilusiones, apoyo, sacrificios, sueños, paciencia, alegría, educación, resignación, mortificación, ayuda,...
En el fondo estas personas actúan como si tuvieran una venda puesta en los ojos y no ven más allá de lo que su egoismo les permite ver.
Una familia, y más si es numerosa, es una fuente inagotable de ilusiones, alegrías, sueños, sacrificios (también) pero que son compensados con creces,... Los miembros de familias numerosas son más despiertos, aprenden a organizarse mejor, a compartir, a prestar ayuda a los demás, a entregarse, pero... además, lo mejor de todo es que suponen una gran alegría para Dios (Creced y multiplicaos...)
Os dejo con un vídeo que ha elaborado la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de Euskadi en el que unos niños nos explican el por qué de una familia numerosa.
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